El Real Madrid tumbó
a un Barça abrumado
y vagabundo en Mestalla en un clásico menor en lo futbolístico y se proclamó
campeón de la Copa del Rey 2014. Ambos equipos ofrecieron un
derbi lleno de sufrimiento por igual en el que estuvieron muy por debajo de lo
que deben ofrecer por su gigantesco potencial. Los hombres de Tata Martino fueron una sombra de sí
mismos y vieron como su rival se llevó su última aspiración en forma de título
con un contragolpe a falta de cinco minutos que definió Gareth Bale (1-2).
Los blancos
vivieron a expensas de los errores de su rival y, pese a gozar de las mejores
oportunidades, se mostraron como un equipo más precavido que valiente frente a
la supuesta superioridad futbolística azulgrana. El galés, con una cabalgada
por la izquierda dio la ventaja definitiva a los blancos tras los tantos de Di
María y Bartra, y sentenció una final que termina de
hundir a los azulgranas.
En una semana el
Barça se ha despedido de la temporada con una impotencia pasmosa. El enfermo
agonizó lo que le dio su orgullo, pero pereció a consecuencia de sus errores y
sus ausencias. Los azulgranas fueron la continuación del equipo que perdió ante
Atlético y Granada pero esta vez el destino le escribió un guión todavía más
cruel de los que vivió la semana anterior.
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